El parto intercultural es una forma de parir a los hijos e hijas que tiene lugar en centros sanitarios pero respetando los deseos de las mujeres protagonistas, en este caso, pertenecientes mayoritariamente a la etnia aymara. En la atención al parto, se incorporan las personas que la madre desea que la acompañen (pareja, madre o suegra, otros hijos mayores…), además de la partera tradicional y, si es necesario, la matrona y el ginecólogo o ginecóloga.
Porque los niveles de cobertura sanitaria del parto siempre han sido muy bajos en Bolivia, sobre todo porque no se conseguía que las mujeres indígenas acudieran a los centros de salud para parir.
Uno de los problemas es que las mujeres y hombres pertenecientes a los 36 pueblos indígenas poseen una concepción completamente diferente a la occidental en lo que se refiere al parto. Por eso, Médicos del Mundo en Bolivia ha venido instalando salas de parto adecuadas culturalmente en una de las ciudades intermedias más grandes del Departamento de La Paz, el municipio de Patacamaya, cuya población está compuesta por un 90% de aymaras.
En esta área también se encuentra el único hospital de toda la región, el Hospital Boliviano Español de Patacamaya, que es el lugar donde se han venido desarrollando gran parte de las experiencias de salud intercultural de esta región.
En 2008 se inauguró la primera sala con adecuación cultural, una zona que contaba con lo necesario para propiciar un “parto caliente”, tal como lo requieren las usuarias. Es decir, abrigado, privado, donde sus acompañantes -generalmente el esposo o la madre- también puedan descansar y preparar las infusiones o la alimentación para la mujer que ha dado a luz.
También se da la posibilidad de elegir la posición del parto, horizontal, vertical, con barras de sujeción, o en cuclillas. Todo esto con el objetivo de ofertar la libre elección de la posición, de tal manera que la mujer se sienta cómoda durante su parto.
A partir de entonces se impulsa la estrategia de atención con enfoque intercultural, promoviendo la participación de las parteras tradicionales de la zona, así como generando encuentros entre el personal de salud biomédico y las parteras.
Aunque la mortalidad materna e infantil es un problema grave en Bolivia, hace una década la situación era considerablemente más crítica, algo que reflejaba la falta de atención y cuidados que pre y post parto que sufrían las madres. Todavía la pobreza en la que vive buena parte de la población boliviana, y especialmente las mujeres indígenas, tiene como consecuencia una alta morbimortalidad materno infantil, aunque los índices se han reducido en los último años. De hecho, mientras que en el año 2.000 el índice de mortalidad materna era de 420 mujeres por cada 100.000 nacimientos, en 2013 había bajado hasta las 190. Igualmente, el índice de mortalidad infantil era de 53 por cada mil nacimientos hace una década, mientras que en la actualidad se sitúa en 42.
En Bolivia, “cada dos minutos una mujer queda embarazada, encontrándose en un riesgo de muerte por causas obstétricas una de cada 45 mujeres”.
*Comité por una Maternidad Segura La Paz-Bolivia (2000).
El departamento de La Paz es, junto a Potosí, uno de los que registra mayores frecuencias de partos en domicilio, con porcentajes superiores al 55%. Cuando se efectúa la práctica de parto en casa, las posibilidades de intervenir en caso de problema son limitadas. El INE señala que las complicaciones postparto ocurren más cuando el parto es atendido a domicilio, con un 85% de fallecimientos frente a un 10% que ocurren durante los partos en el servicio de salud.
Por estos motivos, Médicos del Mundo, en coordinación con el Ministerio de Salud boliviano, nos planteamos el objetivo de lograr que un mayor número de partos se produzcan en instalaciones sanitarias. Sin embargo, las mujeres indígenas no acuden a los centros de salud a dar a luz porque están lejanos a su domicilio, no pueden hacer frente a los gastos de transporte o bien porque desconfían del personal sanitario o tienen miedo a la discriminación. Para vencer estas resistencias a tener a sus hijos fuera de su casa, hemos tratado de «trasladar» el ambiente de sus hogares a los centros sanitarios.
Hasta hoy Médicos del Mundo ha impulsado la creación e implementación de salas de parto con adecuación cultural en más de 18 municipios de diferentes provincias del departamento de La Paz, evidenciando un incremento importante del parto institucional en algunos de ellos, así como un porcentaje cada vez mayor de mujeres que optan por ser atendidas en este tipo de salas frente a la sala de partos biomédica.
Actualmente Médicos del Mundo desarrolla este programa con co-financiación, entre otros, de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo.
La partería tradicional no es un oficio alternativo; sino un trabajo de asistencia a las mujeres que es asumido por personas cercanas con experiencia, vocación y condiciones para hacerlo, sin necesidad de haber recibido una instrucción formal, con las limitaciones propias del conocimiento empírico pero con la ventaja de nutrirse de saberes y prácticas ancestrales transmitidas de generación en generación.
La partera es una autoridad reconocida y respetada por la comunidad. Muchas mujeres confían en sus costumbres y prácticas tradicionales. No solo se ocupa de los partos sino de las circunstancias que rodean a la mujer, desde ocuparse de los otros hijos o hijas a la alimentación o la limpieza.
Las parteras no cobran por sus servicios, unas veces porque las mujeres son muy pobres o simplemente porque es algo que se hace como favor, por solidaridad, por cariño o simplemente, porque no hay otra alternativa.
La labor de las parteras es de facilitación; de proporcionar seguridad, confianza y cariño.
Ninguna técnica conocida por las parteras es invasiva y, generalmente, los procedimientos observados muestran delicadeza, consideración con el sufrimiento, respeto a las diferencias y decisiones de la mujer.
Las parteras tradicionales no pueden contribuir a reducir la mortalidad materna y neonatal por sí solas, igual que el resto del personal de atención primaria, si no cuentan con los recursos para derivar a las mujeres con complicaciones a centros con capacidad resolutiva. No puede esperarse de ellas que sustituyan el papel de los laboratorios, equipos de transfusión de sangre o quirófanos, pero sí puede lograrse que realicen todas las operaciones necesarias para facilitar intervenciones avanzadas.
En Bolivia, en numerosas oportunidades se han reunido parteras y parteros tradicionales para discutir su situación, sus prácticas y sus relaciones con el sistema público de salud, para tratar de sumar -en relación con lo biomédico- en lugar de restar en la atención a las mujeres embarazadas. Desde esta realidad se ha ensayado la interculturalidad en la atención al parto, tanto desde el gobierno boliviano como desde las ONG, que, como Médicos del Mundo, trabajan en el país y son sensibles a sus especificidades culturales.
*Textos procedentes de la publicación «El rol de las parteras tradicionales en el Sistema Único de Salud»