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Djimi Elghalia


48 años
Vicepresidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de la
violaciones graves de derechos humanos cometidas por el Estado marroquí (ASVDH), fotografiada cerca de la ciudad de El Aaiún, en el Sahara Occidental controlado por Marruecos.

 

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Nací en Agadir, Marruecos en 1961. Mi familia estaba entre las muchas que huyeron del clima y de las condiciones sociales en el Sáhara Occidental a buscar trabajo a Marruecos. Muchos saharauis solían quedarse en casa y fue por este motivo por el que mi abuela fue detenida en 1984. Tenía 60 años. Nunca la volvimos a ver. En 1986 me trasladé a El Aaiún para trabajar después de graduarme en Agricultura. Al año siguiente fui arrestada junto con otras 500 personas por tratar de organizar una manifestación a favor de la independencia coincidiendo con una visita de Naciones Unidas. Arrestaron a ochenta personas, incluyendo diecinueve mujeres. Me interrogaron y sufrí tortura física y psicológica. Me pusieron productos químicos en el pelo que me hicieron desmayarme. Recibí descargas eléctricas en los brazos y la espalda y fui mordida por perros. Después, se reían y me decían que no había perros y que debía ser fruto de mi imaginación. Es lo mismo que ocurre en Irak, pero aquí no tenemos la atención de los medios de comunicación para mostrarlo.

Me liberaron en 1991, junto con 324 personas, algunas de las cuales llevaban detenidas desde la invasión. 78 eran mujeres. Nuestra puesta en libertad fue gracias a la presión de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional. Desde 1994 hasta 1998, nosotras, las víctimas, intentamos participar en la esfera de los derechos humanos, pero nos enfrentamos con gran cantidad de barreras. En 2005 creamos la Asociación Saharaui de Victimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos Cometidas por el Estado marroquí (ASVDH). Las autoridades marroquíes impidieron que la asociación trabajara a pesar de las leyes nos lo permiten. Lo hacíamos desde nuestras casas a través de Internet y solíamos acoger visitantes internacionales. Todavía sufrimos el caso de Marruecos y ahora los extranjeros no están autorizados a visitarnos.

Tenemos la convicción de que vamos a lograr la independencia porque nuestra causa es justa, pero depende de la presión internacional. Ésta vendrá de los aliados de Marruecos, como Francia, Estados Unidos y España. No tenemos ningún contacto directo con el Polisario, pero compartimos los mismos objetivos. Como defensores de los derechos humanos, queremos una solución pacífica. Si el Polisario desea volver a la guerra es cosa de ellos, pero como sociedad civil pedimos una solución no violenta y ésta provendrá de la presión internacional.