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Nací en Mijek en 1945. Me crié en el desierto con los animales y trasladándonos de un lugar a otro todo el tiempo. Si nos enterábamos de que estaba lloviendo en algún otro lugar, nos movíamos. Todas nuestras cosas estaban empaquetadas sobre los camellos y montábamos en ellos hasta llegar al nuevo lugar. En 1963 conseguimos un coche, no fue difícil. Para ello vendimos un par de camellos y lo compramos de Trans-Sahara. Cambió nuestra vida.
Pero el camello sigue siendo lo más importante para los beduinos. El coche nos permite obtener cosas de las ciudades que están mas lejos, como ropa, aceite, harina y azúcar, pero sobrevivimos gracias a la leche y la carne del camello. Solía ver a los españoles, pero como no les entendía, nunca hablé con ellos. No venían a enseñar a mis hijos en la escuela, vinieron y cogieron nuestros peces del mar y nuestros minerales de la tierra. Me sorprendió cuando le dieron el Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania porque esperaba conseguir nuestra independencia. Los marroquíes llegaron muy deprisa. Huí a pie junto a otras siete mujeres y mis hijos. Caminamos hasta los campamentos en Argelia. Recuerdo que personas mayores murieron en el viaje. Durante la guerra estábamos siempre escuchando la radio. Mi sobrino y dos tíos murieron en los combates. Las mujeres lo organizaron todo en los campamentos.
He vivido en los campamentos durante 35 años, pero desde el alto al fuego puedo ir al territorio liberado durante el verano cuando hace demasiado calor en los campamentos. Me gusta vivir en mi propia tierra, no en la de otra persona. Vuelvo a los campos porque todas las organizaciones internacionales están allí y nos ayudan, pero la vida es dura. Aquí vemos a la MINURSO [Misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental] todos los días. Escuchamos un montón de cosas, pero nunca pasa nada. El alto al fuego fue un gran error. Si la guerra no se hubiera detenido, ahora seríamos independientes y estaríamos de vuelta en el Sáhara Occidental. Así es la política, pero Naciones Unidas no ha dado nada a los saharauis que nos haga conservar la esperanza. Si vuelve la guerra, tal vez el mundo hable de nosotros y las cosas cambien. |